GRADO SEXTO 603-604
LA CÉLULA
ACTIVIDAD: NO debes copiar las lecturas, ni la actividad en tu cuaderno, solo debes leer y resolver.
- Realiza
las siguientes lecturas.
- Revisa
los videos
A partir de las lecturas y los videos en tu cuaderno realiza:
- Construye
un escrito que dé continuación al cuento “Pequeñas formas de
vida”, donde impliques la clasificación de las
células y cómo se distinguen unas de otras. Mínimo 1 página, sin renglón
de por medio, con buena letra y ortografía. Sé creativo/a.
- En una
hoja de block o dos hojas de cuaderno pegadas, construye un mapa mental
sobre la Clasificación de las células.
- Después de comprender qué características tiene la célula para que sea la fundamentación de los seres vivos, explica con una historieta o un dibujo con explicación ¿Es el virus un organismo vivo?¿Por qué?
RECUERDA QUE LAS FECHAS DE ELABORACIÓN Y ENVÍO SON DEL 27 de Abril AL 6 de Mayo. Al correo biologialilianal@gmail.com.
Pequeñas formas de vida
Baltasar Meridius (Torres, J. (2014).
Relatos
cortos curiosos sobre la célula. España: Liberis Site S.L.)
Nunca jamás ingeniero alguno realizó
un diseño siquiera parecido. Citoplasma, ribosomas, lisosomas, mitocondrias,
vacuolas, núcleo… Cualquier descripción teórica palidece ante la posibilidad de
verlo con tus propios ojos. Recuerdo como un momento mágico la primera vez que
experimenté tal posibilidad; poder ver esa partícula, minúscula y llena de
vida, de hecho el elemento más pequeño que puede considerarse vivo. La célula.
Cada una de las piezas que conforman cualquier ente viviente, y sin embargo
desconocida para tantos que nunca han visto de cerca lo que compone todas y
cada una de las fibras de su ser. Me considero afortunado, pues no sólo se me
brindó un día la oportunidad de ver ese milagro de la existencia, sino que
desde entonces no he podido dejar de observarlo. Pienso en cuándo comenzó mi
pasión por el mundo microscópico y viene a mi memoria una tarde lluviosa de
febrero, Javier Torres 24 un momento de mi infancia que quedó atrás hace ya
muchos años. Me encontraba en casa de mis abuelos repasando una lección que al
cabo del tiempo no olvidaría. El motivo era un inminente examen de biología,
que determinaría mis aptitudes para continuar estudiando el porqué de la vida
en una asignatura por aquel entonces nueva para mí. Cómo solía hacer, mi abuelo
se sentó en su gran sillón orejero con un atril de madera ante él, se puso unas
gafas para poder leer mi libro de clase, y me preguntó qué le podía contar
sobre la lección. Le expliqué lo que me habían enseñado sobre los seres vivos,
sobre las células, sus componentes y sus funciones, y al terminar me dio su
aprobación diciéndome que repasando un par de cosas el examen no debía
preocuparme en absoluto. Tras un breve silencio, me atreví a hacerle la
pregunta que rondaba mi cabeza desde hacía un buen rato. ―Abuelo… Lo que me han
explicado en clase lo entiendo, pero hay algo que no acabo de comprender del
todo. ¿Qué es la vida? ¿Cómo funciona realmente? ¿Para qué sirve todo esto? Él
me miró un instante con una leve sonrisa antes de quitarse las gafas y
contestarme. ―Ésa es una cuestión muy difícil. Muchos antes que tú se lo han preguntado,
y todavía nadie ha encontrado una forma de responder. Pero, si quieres, mañana
me acompañarás al hospital y podrás ver algo que no has visto nunca. Por la
noche casi no pude pegar ojo pensando en ir con mi abuelo a su trabajo, en qué
sería lo que quería enseñarme y qué demonios tendría que ver con el examen de
la semana siguiente.
Por fortuna, a mi corta edad había
pisado pocas veces un hospital, y desde el punto de vista de un niño no se
trata de un lugar demasiado terrible, sino todo lo contrario. Por aquel
entonces, caminando junto a mi abuelo, me impresionaban las grandes salas
pintadas de blanco, los ascensores gigantescos en los que cabían no cuatro,
sino hasta 10 personas a la vez, y los pasillos infinitos de incontables
puertas que se perdían a lo lejos –aunque al parecer alguien las había ido
contando, pues la mayoría tenían un número pintado–. Otras puertas ostentaban
letreros indicando lo que debía haber tras ellas. En aquella época la mayoría
de las palabras que vi escritas no tenían mucho sentido para mí, y mi
imaginación se deleitaba intentando figurarse lo que habría al otro lado de
términos como hematología, anestesiología, nefrología u otorrinolaringología.
Reconozco que mi lógica imberbe se sintió decepcionada cuando pasamos de largo
ante una puerta en la que ponía Medicina Familiar, ya que mi abuelo era mi
único pariente que trabajaba en el hospital, y no logré dilucidar quién
trabajaría allí si no era él. Finalmente nos detuvimos frente a otra puerta en
cuyo letrero pude leer “Anatomía Patológica”. Tras ella se encontraba una
amplia sala blanca, a juego con el resto del edificio. Pero a diferencia de
otros lugares en los que había estado, aquella estancia me resultó prodigiosa.
Sus paredes se hallaban recubiertas de muebles y estantes repletos de envases
de todo tipo, diversos aparatos desconocidos para mí, e incluso un microondas
que me hizo preguntarme qué tipo de alimentos prepararían allí. Pero lo que
llamó mi atención al instante fue la gran mesa central rodeada de taburetes
donde se repartían varios microscopios. Mi abuelo me hizo sentar en uno de los
taburetes mientras disponía uno de los microscopios para su uso. Mientras tanto
me entretuve contando las similitudes de la habitación con Javier Torres 26 una
cocina, y cuando le pregunté a mi abuelo por el microondas soltó una sonora
carcajada. ―De hecho –me dijo– lo que hago aquí no es cocinar, aunque en algo se
le parece. Ven, acércate. Prueba a mirar por el microscopio. Apoya los ojos en
la parte de arriba y cuéntame qué ves. Y ése es uno de los momentos más
especiales que hay entre mis recuerdos. El día en que descubrí que al mirar a
través de un microscopio se despliega ante ti un universo diferente, extraño,
lleno de maravillas, que rezuma vida en cada uno de sus elementos. Pasé un buen
rato mirando a través de aquellos pequeños orificios, convertidos en una
ventana a un paisaje exótico y cautivador. Cuando me di cuenta había perdido la
noción del tiempo sumergido en un mundo invisible a simple vista, y al
apartarme del aparato y regresar a la realidad de mi existencia tuve una
sensación de vacío que no pude volver a llenar con ninguna otra cosa. Fue
entonces cuando decidí que quería dedicar mi vida a estudiar y explorar ese
nuevo mundo recién descubierto. Por supuesto, aprobé con nota el examen de
biología y, con el tiempo, mis esfuerzos me encaminaron a saber mucho más sobre
las diminutas partículas que conocemos como células. Puede que aquel día en que
acompañé a mi abuelo no hallara una respuesta al porqué de la vida, pero en
cambio encontré la pasión de la mía.
Clasificación de la Célula
PROCARIOTA O EUCARIOTA
Existen dos
tipos básicos de células: procariotas y eucariotas.
Las células
procariotas
Son
estructuralmente compuestas. Conformaron a los primeros organismos del tipo
pluricelular. Éstos tenían un ADN abierto circular, el cual se encontraba
disperso en el citoplasma ausente de núcleo. La célula no tenía orgánulos –a excepción
de ribosomas- ni estructuras especializadas. Como no poseen mitocondrias, los procariotas
obtienen energía del medio mediante reacciones de glucólisis en los mesosomas o
en el citosol. Sus mayores representantes son las bacterias.
Las células
eucariotas
Son más complejas que las procariotas.
Surgieron de las células procariontes. Tienen mayor tamaño y su organización es
más compleja, con presencia de orgánulos, lo que permite la especialización de
funciones. El ADN está contenido en un núcleo permeable con doble membrana
atravesado por poros. A este grupo pertenecen protozoos, hongos, plantas y
animales.
ANIMAL O VEGETAL
Las células animales son
las que se encuentran en los animales y hongos y las células vegetales son
las que podemos encontrar en las plantas y algas.
Ambas células se
clasifican como eucariotas,
pues presentan un núcleo definido donde se almacena el material genético.
Además en ellas se distinguen una membrana plasmática, organelos membranosos
como mitocondrias y retículo endoplasmático, citoplasma y citoesqueleto.
UNICELULAR O MULTICELULAR
Los seres vivos unicelulares,
como su propio nombre nos hace pensar, son aquellos que están formados
únicamente por una
sola célula en la cual se producen todas las funciones
vitales necesarias para la vida. Por esta razón, suelen considerarse organismos microscópicos,
pero existen algunos seres unicelulares que pueden alcanzar grandes tamaños de
hasta 20 centímetros como los xenofióforos, un tipo de foraminíferos,
comúnmente llamados “arena viviente”, de vida marina principalmente con una
concha formada por una o varias cámaras.
Los seres vivos pluricelulares,
como su nombre indica y en contraposición a los seres vivos unicelulares, son
aquellos que están formados
por dos o más células. Presentan por tanto una mayor
complejidad que los organismos unicelulares en cuanto a las funciones que estas
desarrollan.
Estos organismos
pluricelulares surgieron a partir de un organismo unicelular primitivo. Aunque
el proceso por el que se produjo este salto a la pluricelularidad es una de las
grandes incógnitas y existen varias hipótesis al respecto, lo cierto es que se
sabe que ocurrió varias veces de forma simultánea en diferentes grupos
evolutivos de diversos organismos como animales, plantas terrestres, algas y
hongos.